- Strava desestimó voluntariamente su demanda contra Garmin 21 días después de presentarla, sin perjuicio.
- El caso alegaba infracción de dos patentes: mapas de calor/rutas de popularidad y Live Segments, pidiendo incluso frenar ventas.
- Garmin no respondió formalmente antes de la retirada; todo apunta a conversaciones privadas y a un acuerdo extrajudicial.
- La relación queda tocada, pero la sincronización sigue activa; Strava asume nuevas normas de API y estudia su salida a bolsa.
La batalla legal que había encendido al sector del deporte conectado se ha apagado antes de empezar: Strava ha retirado su demanda contra Garmin apenas tres semanas después de presentarla. La decisión, tramitada mediante una desestimación voluntaria sin perjuicio, pone fin de golpe a un enfrentamiento que amenazaba con alterar el equilibrio del ecosistema de dispositivos y plataformas.
Con este movimiento, que se hizo oficial el 21 de octubre, la compañía californiana abandona el pleito sin que haya sentencia y sin que la otra parte haya llegado a contestar. No hubo respuesta formal de Garmin durante el tiempo que el caso estuvo abierto, más allá del registro de su equipo legal el mismo día en que Strava comunicó la retirada, un detalle que refuerza la idea de que las conversaciones se llevaron «entre bastidores».
Qué se reclamaba y por qué se retira

La denuncia acusaba a Garmin de infringir dos patentes: una ligada al enrutado con mapas de calor y rutas de popularidad y otra relacionada con las funciones de Segmentos en vivo. Strava fue más allá y solicitó medidas cautelares para detener la venta de los dispositivos afectados, lo que alcanzaba a prácticamente toda la gama de relojes y ciclocomputadores de la marca.
El giro llegó en apenas 21 días con un escrito extremadamente breve: desestimación voluntaria «sin perjuicio» bajo la Regla Federal 41(a)(1)(A)(i), una fórmula que permite cerrar el caso sin pronunciamiento del tribunal. Esto deja la puerta abierta, en teoría, a un eventual replanteamiento futuro, aunque el mensaje práctico es claro: Strava pisa el freno y saca el pleito del foco público.
Durante ese periodo, Garmin no presentó contestación oficial. La única novedad procedimental fue la comparecencia de sus abogados registrada justo cuando se retiró la demanda. Todo apunta a que las partes optaron por explorar una salida privada, evitando una escalada legal de alto riesgo para ambas compañías.
Voces del sector habían catalogado la ofensiva como técnicamente frágil, en especial en lo relativo a los mapas de calor. Se barajaba el peligro de que un litigio a fondo terminase con patentes impugnadas o invalidadas, además de la posibilidad de una contrademanda de Garmin, una empresa con una biblioteca de patentes muy amplia y un historial poco dado a conceder en este terreno.
API, branding y el equilibrio de poder

Más allá de los tribunales, el pulso tenía un trasfondo práctico: la relación de dependencia en la sincronización de actividades. Garmin es el principal socio de integración de Strava por volumen de usuarios y por peso en su modelo de suscripción. No son pocos los analistas que advertían que, si Garmin cortaba el acceso a su API, el impacto para Strava sería inmediato y profundo.
En los días previos al desistimiento, Strava comenzó a rebajar la tensión. La empresa comunicó que acataría las nuevas normas de la API de Garmin, incluidas las exigencias de atribución de marca cuando los datos provengan de dispositivos Garmin, un punto de fricción que había caldeado el ambiente. También trasladó tranquilidad a sus usuarios: mantener la conexión activa era la «máxima prioridad».
Para quienes usan ambas plataformas, el resultado más tangible es que la sincronización de actividades sigue funcionando con normalidad. El temor a una interrupción masiva se ha disipado por ahora, lo que permite un suspiro de alivio en plena temporada de entrenamientos y competiciones.
Este capítulo se produce mientras Strava afina su hoja de ruta financiera. La compañía ha confirmado su intención de salir a bolsa en el futuro, y diversos informes sitúan ese objetivo en el horizonte de los próximos años, con 2026 repetido como referencia en análisis del sector. Cualquier inestabilidad con su mayor socio habría pesado en esa narrativa ante potenciales inversores.
Queda la lectura estratégica: ¿qué gana cada parte? Para Strava, el desistimiento reduce riesgos técnicos, legales y comerciales; para Garmin, es percibido como una victoria silenciosa que evita un choque frontal con un aliado clave sin renunciar a sus posiciones sobre reglas de uso de datos y branding. Ninguna de las dos ha emitido, de momento, un comunicado conjunto.
Una relación tocada y nuevas alianzas en juego

Tras más de quince años de colaboración, distintas fuentes hablan de confianza dañada entre Strava y Garmin. Aunque nadie ha dado por rota la cooperación y la integración sigue en pie, el episodio deja una muesca difícil de ignorar en la relación entre dos actores imprescindibles del deporte conectado.
Al mismo tiempo, se observan movimientos en el tablero. Garmin ha reforzado vínculos con plataformas competidoras como Komoot, recomendándola incluso en procesos de configuración de nuevos dispositivos. Este tipo de alianzas señala un posible reposicionamiento de partners que podría redefinir cómo se reparten los flujos de usuarios, rutas y funciones avanzadas en el ecosistema.
El caso también reabre un debate técnico de fondo: los límites entre la innovación propia y las funcionalidades que varias plataformas han ido incorporando con matices similares, como los Segmentos en vivo y los mapas de popularidad. A falta de un juicio, no habrá doctrina judicial que aclare esas fronteras, pero el mercado seguirá inclinándose hacia quienes ofrezcan mejor experiencia sin fricciones.
Legalmente, una desestimación sin perjuicio deja margen para retomar un pleito, aunque hoy ese escenario parece poco probable. La prioridad compartida pasa por normalizar el día a día: reglas de atribución claras, estabilidad en la API y garantías para desarrolladores y usuarios. El tiempo dirá si esa tregua técnica se transforma en una reconstrucción de la confianza.
Con la retirada presentada a los 21 días y sin respuesta formal de Garmin, la industria respira aliviada: no habrá apagón de datos ni bloqueo de dispositivos. La relación, eso sí, necesitará cuidados después del choque. Para los deportistas, lo importante se mantiene: sus actividades siguen fluyendo; para las empresas, la lección es evidente sobre lo delicado que es tensar dependencias críticas en un sector tan interconectado.
Editor profesional de Tecnología y Software